01-12-2016
La necesidad de firmar rápido, la presión, la falta de tiempo... a veces nos llevan a firmar contratos que ni siquiera estamos seguros de que contengan toda la información necesaria. Incluso muchas veces firmamos sin leer todas las condiciones y sin tener en cuenta todas las cláusulas que el contrato recoge. Gran error.
Muchos de los problemas de las relaciones inquilino-propietario vienen porque el contrato de alquiler no se ha estructurado correctamente.
Antes de nada hay que tener claro que un contrato de alquiler de una vivienda es un acuerdo formal entre dos partes en la que el casero (arrendador) cede el uso y disfrute de una vivienda suya a un inquilino (arrendatario) durante un tiempo determinado por contrato.
Durante ese tiempo, el arrendador se compromete a alquilar la vivienda y el arrendatario a pagar la cantidad acordada y, una vez finalizado el contrato, a devolver la propiedad tal y como la recibió.
La información que de ninguna manera puede faltar en tu contrato de alquiler es la siguiente:
Por supuesto, también hay que tener en cuenta la fianza, tanto la cantidad como la forma en que se va a devolver al finalizar el contrato (y si el arrendador puede quedarse con parte de la fianza en caso de que la vivienda no sea entregada en las mismas condiciones en que se recibió).
También hay que explicar en el contrato cuáles son los motivos que pueden llevar a la resolución del contrato, así como el certificado de eficiencia energética.
Además de esto, hay que fijarse bien en todas las cláusulas que incluya el propietario, ya que pueden ser abusivas e incluso ilegales. Por eso, siempre, siempre, siempre, hay que leer de arriba abajo los contratos y consultar todas las dudas que nos surjan antes de firmar algo con lo que no estamos de acuerdo.